La alfombra también tiene un valor arquitectónico, por ejemplo, para separar los ambientes de un moderno open space, como una alternativa a otras soluciones más invasivas y opresivas.
El uso de alfombra también lo vemos en el revestimiento de escaleras, en particular las de madera, donde es capaz de contener el chirrido de los pasos.
Este especial revestimiento con moqueta o alfombra, muy popular en las residencias de la nobleza de Francia en el siglo XVII, nace con la idea de producir un material que recubra la superficie de un ambiente sin dejarla desnuda en cualquiera de sus partes.
En realidad hay áreas de la casa, como el baño y la cocina, donde el uso de alfombra en el revestimiento de suelos no es recomendado por la dificultad para limpiar a fondo el material y por la delicada estructura de la alfombra que puede ser dañada por el calor, un producto de limpieza, etc. Sin considerar el peligro de manchar la tela.
El problema de la limpieza de alfombras sólo puede ser resuelto con el reemplazo de rutina o la esterilización contra los ácaros, huevos de pulgas, caspa de animales y otros alérgenos o parásitos.
El uso de moqueta se debe evitar cuando en casa hay animales domésticos como perros y gatos que ensucian irremediablemente el revestimiento causando daños irreparables con sus uñas y garras.
Las alfombras pueden ser de dos tipos de material: fibra o pelo. En el primer caso se pueden elegir fibras artificiales o naturales. En el segundo tipo, la densidad del pelo determinará su calidad. Cuanto más denso es el pelo, mayor es la resistencia mecánica de la alfombra a la estampación que normalmente tiende a aplastar la superficie dejando un efecto desagradable.
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