
Las chimeneas en piedra tienen su origen en los países nórdicos y se difundieron en Europa entre el año 1200 y el 1300. En un principio se colocaban en el centro de las salas por muchos motivos, en primer lugar porque de esta manera el calor podía irradiar de manera uniforme en todo el ambiente, porque no todas las casas estaban hechas de piedra y las estructuras de las paredes se caracterizaban por tener también elementos en madera y por un motivo simbólico de centralidad, es decir, la chimenea era el eje donde toda la familia se reunía.

Los materiales que actualmente se utilizan para construir una chimenea de piedra son múltiples: el mármol, rocas de granito y hasta las rocas metamórficas. El focolar que es la parte interior de la chimenea y debe ser necesariamente construido con ladrillo refractario porque las juntas de mortero entre un ladrillo y el otro deben ser delgadas, con el fin de evitar la desintegración del material.
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