Se sabe que los antiguos egipcios practicaban la cura de enfermedades a través de los colores: en el aspecto de la jerarquía social, los sacerdotes eran a su vez médicos y los conocimientos en medicina eran considerados como una ciencia que se transmitía sólo a los elegidos. Incluso los griegos aplicaron los principios básicos de la cromoterapia utilizando los colores derivados de los minerales, piedras y cristales.
En 1878, el estadounidense Edwin Babitt publicó su libro "Los Principios de la Luz y el Color" sentando así la primera piedra de la radioterapia actual con los colores. En 1903, el danés Niels R. Finsen, también estudioso de la luz y el color, recibió el Premio Nobel por sus estudios sobre la fototerapia. Esto demuestra la importancia del color en la decoración del ambiente en el que vivimos o trabajamos: la luz, según esta disciplina, se convierte en energía y bienestar, por lo tanto, debe ser aprovechada al máximo.
Azul: tiene un efecto tan relajante que no parece estimular el latido del corazón: esta característica ayuda a inducir el sueño por lo que este color se utiliza a menudo en las habitaciones infantiles, hospitales y consultorios dentales.
Verde: de acuerdo a los principios de la cromoterapia, el verde transmite seguridad, equilibrio, concentración: es por lo tanto adecuado para una oficina o estudio, pero también para el pasillo o entrada. Este color, en sus tonos más claros, también es indicado para los cuartos de los niños especialmente inquietos, para ayudarlos a relajarse.
Blanco: es el color más indicado para aquellos que buscan tranquilidad, paz, introspección: en la decoración de interiores se utiliza para dar a luz y espacio a entornos pequeños. Por lo general, es asociado con el orden y la precisión, parece ser el preferido de las personas que quisieran inconsciente una suerte de control sobre el ambiente en el cual interactúan. Además, parece que el blanco inhibe el deseo de socializar por lo tanto no es apropiado para decorar las habitaciones de los niños, que necesitan alegría y energía.
Índigo y violeta: estos colores tienen un eficaz efecto calmante: están indicados en casos de estrés extremo, ya que ayudarían a analizar los hechos con mayor objetividad, sobre todo el violeta, el color de la meditación por excelencia.
Naranja y amarillo: dos colores ricos de energía y emoción, cargados de positividad: se dice que estimulan la creatividad y la fantasía. Son adecuados, por lo tanto, en entornos donde hay mucha comunicación y actividades comunes: salas dedicadas al juego, talleres creativos, ludotecas. En el hogar, estos colores se recomiendan en la cocina y sala comedor.
Rojo: es el color de la energía, la vitalidad, la fuerza por excelencia! Parece tener el poder suficiente para elevar la temperatura corporal, acelerar el pulso, aumentar la presión arterial y la frecuencia respiratoria: es por eso que debemos dosificarlo bien. También es útil para la depresión, al igual que sus predecesores, es favorable en un ambiente donde la comunicación es la favorita, como son la cocina y el comedor.
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